Las profesionales de medicina y trabajo social enfatizan la necesidad de establecer enfoques sostenibles y medidas a largo plazo para enfrentar esta crisis, destacando el papel crucial de iniciativas como Código Azul y programas de reinserción social.
En Chile, al igual que en el resto del mundo, las personas en situación calle constituyen una de las manifestaciones más profundas y complejas de la pobreza, evidenciando un problema estructural que va más allá de las circunstancias individuales de cada persona. Su origen se encuentra en los sistemas sociales, económicos y políticos que perpetúan la desigualdad, la exclusión y la falta de oportunidades para amplios sectores de la población, tales como falta de empleos, acceso a tratamientos en salud mental, acceso a viviendas e incluso la migración. Según reportes del Ministerio de Desarrollo Social, la cifra para 2024 de personas en situación de calle llegó a 21.272, subiendo ampliamente en comparación a las 20.144 personas registradas el año anterior.
Para la Directora del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, Paula De Orúe Ríos, vivir en la calle es una decisión que toman las personas, muchas veces “asociado a que tienen trastornos de salud mental y ya las familias ya no los quieren acoger y no encuentran otro espacio. Otros, que tienen consumos de algún tipo. Y los menos son aquellos que están contra el sistema, por lo tanto, vivir en una casa para ellos rompe, digamos, esto de no ser del sistema”.
“Es importante contextualizar esta problemática en el contexto histórico de Chile”, expresó la Magister en Trabajo Social y Políticas sociales UdeC, Viviana Leal Palma. La profesional analizó que, en las últimas décadas, el país ha crecido mucho, beneficiado a una parte de la población, pero ha dejado rezagados a otros sectores, incluidos los que viven en situación de calle. “La desigualdad social y económica ha contribuido a la marginalización de ciertos grupos, lo que ha agravado la falta de vivienda y la pobreza en el país” planteó. Para Leal, hay figuras claves que han contribuido a visibilizar y abordar la problemática calle en Chile, tales como organizaciones no gubernamentales, Techo-Chile y Hogar de Cristo que, junto al Ministerio de Desarrollo Social, brindan apoyo a estas personas, mediante alimentos, higiene, ropa y/o programas de reinserción social.
Desde el estallido social de 2019 y posteriormente la pandemia mundial de Coronavirus, “este país se ha visto afectado significativamente a nivel económico, lo que se evidencia en el aumento de familias en situación de vulnerabilidad extrema, y aumento de personas en situación de calle, siendo parte de un mal escenario social”, analizó Leal.
«Uno no los ve tanto, pero hay adolescentes que comienzan ya a vivir en la calle. A lo mejor no se ven porque se refugian en la noche en alguna parte, pero durante el día están en la calle”, identificó De Orúe.
Código Azul y cómo ayudar en situaciones extremas
Dentro del Plan “Protege Calle” se creó la estrategia de emergencia Código Azul, que busca proteger la vida de las personas en situación de calle. Está pensado especialmente en la zona centro-sur del país, donde se observan condiciones climáticas extremas. La idea es que cualquier persona pueda avisar, por medio del número telefónico 800 104 777 cuando la táctica se activa. Sin embargo, según explica el Ministerio de Desarrollo Social en la web de Chile Atiende, este protocolo solo estará activo en ciudades específicas en seis regiones, siendo Chillán en Ñuble y Los Ángeles en Biobío las representantes en la zona. Sobre Concepción no hay información.
Además de esta iniciativa, el Ministerio de Desarrollo Social tiene a disposición el Programa Calle, que entrega apoyo y acompañamientos psicosociales y sociolaborales, junto al Plan Protege Calle, que brinda alternativas de hospedaje. Destaca también el programa Vivienda Primero, “cuyo objetivo es resolver la falta de vivienda y acceden a servicios de apoyo. Para ello se le asigna un cupo en una vivienda compartida, segura, accesible y estable para dos personas”, explica su web.
Ambas profesionales sostienen que las medidas deben ser a largo plazo y mucho más profundas. “Para abordar la situación calle de modo integral, en diversas necesidades y desafíos que enfrenta cada persona, se requiere una combinación de enfoques, adaptados a las realidades específicas de cada país, las políticas sociales deben ser entonces sensibles a las necesidades individuales y evolucionar en respuesta a los cambios en la sociedad y la economía”, reflexionó Leal. Para ella, la atención continua, la igualdad, la dignidad y la participación de las personas en situación de calle es esencial para el éxito de estas iniciativas.