Dra. Ana Vergara realizó conferencia sobre la mirada de padres e hijos en el Auditorio de Ciencias Sociales

En el Auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Concepción y ante una masiva cantidad de asistentes, la académica de la Universidad Diego Portales, Dra. Ana Vergara del Solar, realizó la conferencia «Buenos padres, buenos hijos (as): la mirada de niños (as) y adultos chilenos».

La reconocida experta en parentalidad arribó a la UdeC gracias a la invitación del proyecto Fondecyt «Bienestar en madres y padres en familias chilenas, y factores sociodemográficos y psicosociales asociados» -que dirige el docente del Departamento de Psicología UdeC, Dr. Félix Cova- y del nuevo grupo de investigación Observatorio de Parentalidad UdeC (OPA).

En su presentación, la Dra. Vergara compartió datos de sus últimas investigaciones con familias santiaguinas de tres estratos socioeconómicos y abordó la percepción que tienen adultos y niños durante el proceso de crianza.

-Pensando en su conferencia sobre la mirada de niños y adultos chilenos, ¿qué dice la evidencia y/o experiencia sobre la concepción de crianza y de ser buenos padres y buenos hijos en nuestra sociedad? ¿Qué desafíos y fortalezas hay en estos datos?

Nosotros hemos trabajados con padres, madres, niños y niñas -de diez y doce años- de tres estratos socioeconómicos de Santiago: medio alto, medio y bajo. A cada grupo le hemos preguntado de forma muy abierta cómo ven la relación entre padres e hijos. Lo que más nos ha llamado la atención es que tanto adultos como niños desarrollan una reflexividad ética muy compleja acerca de la relación, que tiene focos un poco distintos. En el caso de los niños, ellos muestran a unos adultos muy sobrecargados y con muy poco tiempo; son adultos sobrepasados por responsabilidades laborales, económicas y por las tareas de cuidados de los hijos. Y, en ese sentido, la reflexión ética de los niños tiene que ver en cómo ayudar a sus padres o, como ellos llaman, ser buenos hijos. Es decir, se preocupan de dar la menor cantidad de problemas, ayudar en tareas domésticas, apoyar emocionalmente u obtener buenas notas en el colegio, para no darle problemas a los padres o no sean llamados por el establecimiento, pues entienden que los padres tienen suficientes dificultades. También son muy cuidadosos del dinero que piden, porque también están preocupados de no sobrecargar a los padres de demandas económicas. En general, los niños con los que hemos trabajado están muy atentos a los estados de ánimo de los padres y muy atentos a cómo pueden ayudarlos. Los adultos, por su parte, también desarrollan una reflexividad ética, pero esta vez ligada a qué tienen que hacer los padres. Según su visión, los padres deben estar siempre presentes, ya sea físicamente y dentro de lo posible, o presentes en un sentido moral. Lo que hay es una sensación de un entorno muy amenazante y violento para los hijos. Eso implica que ellos tienen que darle una formación moral adecuada a sus hijos, porque en caso contrario los hijos recibirán influjos que son contaminantes. Y como no pueden estar siempre presente, obviamente, ya que nadie puede estar siempre presente o imaginar todos los espacios, los padres se sienten habitualmente angustiados o impotentes respecto a la formación de los hijos. Eso es lo fundamental que hemos encontrado en relación a los padres.

– ¿Esta percepción que tienen niños y niñas respecto al agobio o sobrecarga de los adultos es manifestada por los tres estratos?

Esta percepción coincide en los tres estratos, pero se da de una manera más marcada en el tercer estrato. Esto es algo que nos vuelve a aparecer en la última investigación, ya que en una publicación anterior, como el libro “Ser niño y niña en el Chile de hoy: La perspectiva de sus protagonistas acerca de la infancia, la adultez y las relaciones entre padres e hijos´, ya había aparecido esta imagen que tienen los niños de los adultos. Es una imagen de la biografía personal como una pérdida progresiva de libertad, una pérdida progresiva de tiempo, un aumento del cansancio y, por lo tanto, una pérdida de imaginación y de opciones de compartir con los demás. Es como invertir esa idea habitual de que con la adultez se gana libertad, ya que para los niños en la adultez se pierde la libertad.

– ¿Cuánto puede influir en la crianza la percepción del entorno amenazante que tienen los padres?  

Los padres tratan de desarrollar todas las formas de cuidado posible y se sienten muy angustiados -por ejemplo- cuando piensan qué va a pasar con los hijos cuando ellos mueran. O con qué puede pasar con los hijos cuando ellos no están en ciertos momentos. En los estratos altos encontramos que muchas madres estaban dejando de trabajar o reduciendo jornadas completas a medias, ya que perciben que si no están con los niños, entonces el destino de sus hijos no está asegurado. En su percepción consideran las posibilidades de inserción laboral futuras, los éxitos académicos o las posibilidades de que los hijos sean mal influidos. En ese sentido, la parentalidad se está viviendo con muchísima angustia, de manera muy solitaria, con muy poco apoyo del Estado, con muy poco apoyo de familias extensas, con muy poco apoyo comunitario. Los padres se sienten continuamente demandados por los sistemas de salud, por los colegios o por otros padres inclusos. Es una experiencia que está siendo bastante dolorosa.

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