El profesor Edgar Gaytán y el laboratorio de antropología

Antropólogo físico, Edgar Gaytán
Antropólogo físico, Edgar Gaytán

Edgar Gaytán, joven antropólogo físico mexicano,  y docente de la Universidad de Concepción desde 2006, es el encargado del laboratorio de Antropología Física, ubicado en el nuevo edificio de  Ciencias Sociales  desde el semestre pasado, un espacio cuya implementación facilita y mejora el proceso de aprendizaje de los futuros profesionales. “La antropología física requiere de un laboratorio para llegar a una forma de enseñanza más profunda, y el área donde es más necesario es la osteología, pues  se manejan colecciones óseas para el estudio de poblaciones antiguas, o casos recientes de corte forense, por lo tanto se requieren espacios adecuados para el manejo de estas colecciones”, explica.
El profesor Gaytán aclara que Antropología ha contado desde su creación con los implementos necesarios  y de hecho, desde los años 60 formó una colección de osamentas que permaneció abandonada desde  cuando la carrera cerró, en la década del 80.  El problema principal eran los espacios, ya que hasta el año pasado el laboratorio de Antropología Física se hallaba montado en el Aula 7 del Plato.   Afirma que más que un adelanto, se trata de los mínimos implementos que necesitan los estudiantes para aprender, “sin ello lo tendrías que estar imaginando, toda área que ha desarrollado cierta técnica requiere de esos instrumentos para validarse y mantener los estándares requeridos.”

Negocio de espacios

Cuando Gaytán llegó a la universidad, las autoridades de la entonces recién reabierta carrera de Antropología, ya habían iniciado los esfuerzos para contar con las instalaciones adecuadas. Sin embargo, él tuvo un papel protagónico a la hora de negociar los espacios requeridos por el laboratorio, previo a la puesta en  funciones del edificio que Antropología comparte con Periodismo.   “Fue indispensable tratar de ganar espacios para extender las dimensiones, ya habíamos perdido bastante con la construcción de la cafetería, y pretendían utilizar parte de ese sector del primer piso para ubicar el centro de copiado”, cuenta.  Afortunadamente, los antropólogos lograron conservar ese espacio, y pronto implementarán su propio laboratorio de Biología Molecular, dentro del  laboratorio principal.

Tecnología a la altura de las necesidades

El docente explica que es indispensable contar con  instrumentos de medición de distancia,  sumado a un espacio adecuado para el almacenaje y análisis de los huesos, cuestión que queda solucionada con el nuevo laboratorio. “Cuando tú extiendes los esqueletos es como poner una persona, por lo que necesitas mesas que sean de, al menos 2 metros de largo, por 1.50 de ancho, para poder analizar todo el esqueleto, y no hueso por hueso.”

El plan de estudios de la carrera se reformula en función a las nuevas tecnologías con las que cuenta, y de hecho algunas de las materias a modificar, son impartidas por otras facultades, en el área de la biología y química. Además se espera  abrir otro sub laboratorio de antropología genética.

Sin embargo hay implementos que la carrera no se plantea adquirir, pues la universidad los posee en otras facultades, “por ejemplo, para un análisis químico de huesos, el equipo es muy caro y en la Universidad existe instrumental donado por el gobierno de Japón en el  laboratorio de Geología Aplicada, para esos fines. Pensar en comprar algo así es innecesario, y ya que allá cobran poco es mejor mandar a analizar”, explica.

Para él, el laboratorio de Antropología Física está en un buen nivel en términos  internacionales y comparándolo con México hace un balance positivo, “un laboratorio crece conforme a las investigaciones se van desarrollando. Ahora tenemos una base que nos permite iniciar un periodo de despegue”, afirma que lo importante es que existen las condiciones para preparar bien a los futuros antropólogos.

Espacio de investigación y práctica

Con el laboratorio de Antropología Física es posible realizar estudios externos con total validez.  Ya se han desarrollado investigaciones para entidades externas en el área de peritajes de identificación humana, determinación de lesiones, del ámbito arqueológico y  para el Consejo de Monumentos, entre otras, pero destacan los peritajes forenses con detenidos desaparecidos. “Es un tema muy delicado y es esencial poder trabajar con seguridad  y privacidad, por ejemplo,  que si se están dando clases puedas mantener el material aislado. Además tenemos profesionales de gran experticia, y es por eso que ya hemos recibido casos”, explica.

Los futuros antropólogos tienen en el laboratorio sus clases de osteología y paleontología física, e incluso, algunos estudiantes de quinto año desarrollan su práctica profesional allí. “Es un espacio que les permite a los alumnos aprender a manejar materiales esqueletales y patrimoniales, como se guardan, embalan, almacenan, y salen preparados tanto para ámbitos laborales como posibles incursiones en post grado”, dice con optimismo.

Sin lugar a dudas este laboratorio es una instancia de desarrollo para el estudio de la del ser humano, área abandonada en nuestro país, que cobra importancia y se impulsa en nuestra universidad, y permitirá a los futuros antropólogos  estar mucho más preparados para hacerle frente.

Entrevista de Yessenia Valenzuela, alumna de la
Carrera de Periodismo

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email