Las desigualdades de género que quedan en evidencia por el Covid-19

Por Noticias UdeC

Las mujeres asumiendo tareas de cuidados en el hogar y en el trabajo remunerado constituyen una realidad que existe desde antes de la emergencia por el Covid-19, pero que en momentos de catástrofe se acentúa. Las diferencias de género a la hora de abordar quién está a cargo del cuidado de una familia, de un pariente enfermo o en los trabajos relacionados al área de la salud, ponen mayoritariamente a las mujeres en la “primera línea” de enfrentamiento de esta crisis.

Las mujeres son, por lo general, las encargadas de la recepción en clínicas y otros establecimientos de salud, las enfermeras y parte del personal de aseo. Por lo mismo, esta crisis generada por la pandemia de Covid-19 les afecta particularmente. No solo están más expuestas a contagiarse y enfermar, sino que su carga de trabajo se multiplica, tanto en el hogar como en su labor remunerada.

La académica del Departamento de Sociología UdeC, Dra. Beatriz Cid Aguayo, concuerda en que la situación de las mujeres ante una crisis de estas características es desigual desde las primeras medidas que se toman. Recuerda, como ejemplo, la suspensión de clases. “Es una buena medida cerrar los colegios, pero te das cuenta que tienes a los hijos en casa y muchas mujeres sin permisos de trabajo. O trabajando desde la casa a la vez que cuidando a los niños. Si bien sabemos que los colegios no son guarderías, en la práctica si se trata de un sistema de cuidado”.

Cid explica que, en general, existe una tendencia a creer que las mujeres son cuidadoras naturales. Sin embargo, en los estados modernos, existe toda una red de protección que asume esta tarea, desde los jardines infantiles hasta centros de salud. Ante una catástrofe o emergencia como la actual, estos sistemas no pueden prestar sus servicios, y el cuidado vuelve a las mujeres. “Cuando fallan los sistemas globales de cuidado, esto termina afectando a las mujeres”, advierte.

Lo mismo ocurre con el cuidado de adultos mayores y enfermos. Por estos días, incluso los adultos mayores que pueden valerse por sí mismos han visto reducidas sus opciones, al tener que estar confinados. “La pregunta aquí es cómo se reparte este cuidado dentro del hogar”, dice la experta. Su respuesta, nuevamente, es que las mujeres asumen mayoritariamente el trabajo.

La mujer a cargo de los cuidados dentro del hogar, “es el resultado de construcciones sociohistóricas, basadas en el sexo y que reproducen asimetrías tanto en la vida productiva como en la reproductiva”, dice Lucía Saldaña, Directora de Equidad de Género y Diversidad UdeC. Por ello, aboga por la participación sostenida de los hombres en en esta esfera “y su consiguiente responsabilización en los cuidados, así como la promoción de una política de conciliación de la vida laboral y familiar, lo que permitirá aminorar el desgaste experimentado por las mujeres en sus múltiples roles sociales”.

Una situación que se repite en lo laboral remunerado. “El sistema oficial de cuidado esta muy segregado genéricamente, hay una alta proporción de mujeres haciendo labores de primera línea, desde las auxiliares de enfermería, personal de aseo, enfermeras, recepcionistas. Entonces surge la inquietud, ¿quién cuida a los cuidadores, si no hay mascarillas suficientes e insumos? Nos falta un sistema de cuidado para ellos”.

El rol de los movimientos feministas

Cuando se está en una crisis, los temas que están en el debate público tienden a suspenderse. En Chile, en medio del estallido social, el movimiento feminista había visibilizado la importancia de reconocer la violencia sistémica, así como las desigualdades que sufren las mujeres.

Para la socióloga, el movimiento feminista puede continuar ejerciendo una tarea clave, por ejemplo, para enfrentar el tema de la violencia doméstica que se agudiza en estas circunstancias. “No es fácil para el Estado llegar a cada familia en términos de la prevención de la violencia de género, pero ahí están las vecinas, las redes de mujeres, que han adoptado formas de cooperación no presenciales y que pueden ser un buen espacio de contención entre mujeres. En apariencia todo está suspendido porque hay menos gente en la calle, pero las mujeres -sobre todo las más jóvenes- son buenas para armar redes virtuales”.

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