Por Jorge Iván Vergara del Solar / Académico de Antropología UdeC
Como es sabido, la lucha incentiva la libido. Y el deseo de contraer matrimonio, pero no de una manera convencional, con oficial civil y, peor, iglesia. Sino en el seno mismo donde el pueblo resiste y avanza: la barricada.
Según el Ministerio del Amor en la Lucha (MAL), se requieren dos testigos encapuchados, que firmarán con nombres falsos y que deben estar con el rostro cubierto toda la ceremonia.
El oficiante debe ser un cura rojo o bien un dirigente de reconocida trayectoria en las reivindicaciones sociales. En este último caso, se requiere acreditar al menos cinco detenciones por desórdenes en la vía pública o maltrato de palabra y obra a Carabineros.
La barricada debe ser encendida al inicio de la ceremonia. Un artesano callejero confeccionará previamente un anillo hecho de restos de lacrimógena o algún objeto lanzado a la policía.
Se cantará El Derecho a vivir en Paz u otra canción revolucionaria a elección. La pareja debe bailar convenientemente ataviada para el combate. Jamás de blanco, color aprovechado por los reaccionarios.
Al momento de consagrarse el matrimonio con un beso, y en cooperación con la policía, se lanzará una bomba lacrimógena.
El champán será reemplazado por agua con bicarbonato, a efectos de combatir el escozor causado por la bomba.
El matrimonio puede ser entre hombres y mujeres, entre hombres y entre mujeres o cualquier otro género LGTB reconocido por las organizaciones respectivas.
Se emite certificado en papel semiquemado de librería saqueada con firmas de testigos y de oficiante.