Sonia Montecino: «No sólo comemos alimentos, sino que también símbolos»

La destacada antropóloga y Premio Nacional de Humanidades, Sonia Montecino, estuvo de visita en la ciudad de Concepción debido a una invitación realizada por el proyecto «Puerto Ideas». Con motivo de lo anterior, aprovechó la instancia para reunirse con el equipo detrás de la carrera de Antropología de la Universidad de Concepción y dialogar con quienes conforman la repartición.

La entrevista

Concluido lo protocolar de una reunión del calibre previamente mencionado, se procedió a una conversación más amena con la profesional, quién se demostró sumamente abierta al diálogo de las inquietudes en torno a su carrera, investigaciones y proyecciones.

¿Qué la motivó a visitar la ciudad de Concepción?

Sonia Montecino nos dijo que su presencia en la capital de la región del Biobío se debe a «la invitación del consejo directorio de ‘Puerto Ideas’ Biobío, para participar de un apartado asociado a mi línea como antropóloga alimenticia, particularmente con el consumo de los pescados y productos del mar. Fuimos parte de una serie de conversaciones para evaluar otros métodos de difusión, pues siento yo que las conferencias y seminarios ya están muy desgastados. Tras esto, por supuesto, aproveché de reunirme con mis colegas de la Universidad de Concepción».

«Todo está conectado. Hay que estudiar, entender e investigar todo esto como un conjunto»

-Hablemos un poco ahora de sus líneas de investigación. Alimentación y género, ¿cómo surge este interés?

Ante la inquietud, Sonia respondió «por todo lo que vengo estudiando, va de la mano».

La destacada antropóloga continuó con su descripción señalando que «todo está conectado y relacionado; no se pueden separar. La cocina, la alimentación y el genero hay que comprenderlo como un conjunto, como un todo y, teniendo claro eso, se puede seguir profundizando en su entendimiento».

«Siempre terminé entrevistando y trabajando con mujeres en la cocina, allí surgió la idea de tomar esto como algo más serio y abordarlo desde el estudio de género también. Sí, al principio se veía como ‘el bicho raro’ agregar el género a mis estudios, si hasta el día de hoy se cuestiona su aplicación, pero es por las razones que vengo mencionando con anterioridad en mis investigaciones. Hay que recordar que no sólo es alimento y comida lo que consumimos, sino que también símbolos«, concluyó.

«No comemos alimentos, comemos símbolos»

-¿Qué importancia puede tener para la cocina en Chile la incorporación de migrantes que tienen otras tradiciones culinarias?

«Esta es una gran pregunta», sentenció Montecino.

«Normalmente todos los migrantes ya traen sus comidas porque sus alimentos son su identidad; son símbolos y costumbres. Entonces si tú piensas, por ejemplo, las oleadas migratorias palestinas antiguamente, también las chinas, entre muchas otras, esa incorporación se genera, primeramente, en sus propios hogares», agregó.

Siguiendo con sus ideas anteriores, explicó que posteriormente esta incorporación cultural-nacional se comienza a ver en restaurantes originados por los mismos migrantes, para luego incluso incorporarse en los supermercados, llevando la cocina proveniente desde el exterior, al interior.

«Pondré el siguiente ejemplo, hoy vas a un supermercado y tienes Chapsuí envasado, picado, cortado, listo para calentar y servir, vale decir, ya se insertó en la cocina nacional, un símbolo culinario proveniente desde las oleadas migratorias», precisó.

-¿Por qué pese a ser un país con una costa inmensa el consumo de productos del mar es tan bajo en Chile?

«Esta dicotomía tragicómica, ¿verdad?», expresó entre risas Sonia, explicando posteriormente que hay dos factores primordiales que inciden en estos resultados que ella misma ha verificado: cultura y precios.

«A lo largo de la historia los precios de los pescados han ido fluctuando en lo alto. Influyen también los temas culturales, en semana santa su valor sube por esta prohibición proveniente de la religiosidad de no comer carnes rojas. Es más, ¡antiguamente en Chile ningún viernes se comía carne!», indicó.

Lo anterior, en palabras de Montecino, es lo que se conoce como ritualización del símbolo, pues, tal como mencionaba previamente, uno se alimenta de símbolos constantemente. Esto, a veces, se traduce en temores culturales asociados a lo anterior y, por supuesto, el factor monetario, que no deja de ser importante.

«Estos dos factores, cultura y bolsillo, no se pueden comprender por separado, hay que estudiarlos como un todo», enfatizó.

Finalmente, Sonia Montecino terminó su diálogo destacando algunos fenómenos pospándemicos recientes desde su perspectiva, puesto que aún no hay muchas investigaciones asociadas a cambios en la cultura alimenticia chilena desde la antropología. No obstante, si hay dos puntos críticos que están saliendo a la luz: el auge del delivery y, en consecuencia, la «analfabetización» culinaria.

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