Columna opinión del abogado Ramón Domínguez Águila, publicada en Diario Concepción el 29 de enero de 2009.
Es un error, común por lo demás, pensar que las instituciones sólo son o privadas o estatales y que la idea de los estatal se confunde con lo público. La comunidad puede organizarse de diversos modos y el Estado no es el único ente que expresa esa organización. La confusión sólo se hace en Chile debido a nuestra larga y nociva tradición centralista; pero en otros países, con otras formas de organización que consideran las particularidades regionales, las diversas comunidades tienen variadas formas para dotarse de personalidad y asumir los intereses comunes. Como entre nosotros no existen, por ejemplo, las sociedades anónimas sin fin de lucro o formas variadas de asociaciones, comunes en países europeos, las comunidades no estatales no han podido expresarse sino adoptando las únicas formas que la ley les ofrece para dotarse de personalidad. Ese es el caso de la Universidad de Concepción.
La necesidad de crear una Universidad en la zona fue adoptada no por una o dos personas con intereses personales o privados, sino como una reacción de la comunidad ilustrada de esta ciudad que, frente a la resistencia del poder central del Estado e incluso de la Universidad de Chile. Pero para hacerlo, debió adoptar la forma de una corporación de derecho privado ante la inexistencia de otra modalidad jurídica y esa forma y por esa misma razón, permanece hasta hoy. Si una corporación como ésta tiene socios, ellos no son dueños de la Universidad y es por eso –y así lo pensaron los fundadores-que en sus diversas versiones los estatutos han permitido acoger a representantes de variados sectores de la región, incluso parlamentarios, profesores, instituciones, etc.
La mejor prueba de la singularidad de esta forma de universidad pública es lo que ella, al margen de su labor docente y de investigación que le son propias, ha hecho y hace día a día y que ninguna otra y desde luego ninguna de las que se llaman “estatales”, ofrece en el país en el mismo grado.
Todos los penquistas y quienes vienen a la ciudad pasean por el Barrio Universitario pensando desde su origen como un espacio abierto a todos. Es la Universidad la que mantiene, financia y abre a todos la más importante e imponente colección de pintura nacional, sin costo para la comunidad; es ella la que ha logrado mantener con enorme esfuerzo económico la Orquesta Sinfónica u organizar un concierto musical y de ópera gratuito que congregó hace unos días atrás a 12 mil personas. Y lo mismo sucede con cuanto espectáculo cultural se lleva a cabo en el foro abierto, debido a la inteligencia superior de don David Stitchkin.
Quienes lo requieran pueden consultar gratuitamente y por Internet todos los números de la Revista de Derecho de la Universidad, la más antigua de ese orden en Chile. Y es la Universidad la que mantiene Atenea, también la más antigua revista cultural en el país y la única que ha logrado mantenerse constante, cuando ningún ente estatal lo ha logrado. Podría ocupar varias columnas más con otros ejemplaos de la actividad universitaria para la comunidad y que la hacen distinta a todas las demás y absolutamente diversa de las llamadas “privadas”.
Todo no se financia con los aranceles estudiantiles. Si cesan los ingresos estatales, Concepción no será jamás igual, porque sin la Universidad de Concepción, deja de ser la ciudad que usted, yo y todos conocemos
Fotografía: Alvaro Vergara Soñez.